El velo y la tierra
Florencia Guillén texto por Lorena Peña
Creemos que la orilla es un límite. Nos paramos sobre la línea que sobresale a la vista y miramos hacia el frente confrontando un abismo horizontal, profundo y lejano. Un túnel que da miedo cruzar. Ya sea un río, ya una laguna, el mar. Dijo Charles Lim que el mar no es barricada sino la posibilidad de otra manera de transitar. De huir. Todos los cuerpos de agua lo son. ¿Quién tiene derecho a navegar? ¿A divagar?
Florencia Guillén ha venido trabajando con los cuerpos de agua por mas de siete años. No sorprende que cuerpos femeninos dediquen fragmentos importantes de su vida, o toda ella, a reflexionar sobre otros cuerpos. Sobre otras personas no humanas. El Velo y La Tierra forma parte del proyecto que ha realizado recientemente sobre la relación de las mujeres con el agua, y la concepción del agua como puente colonial. “Agua y Género” es la investigación que Guillén lleva a cabo a partir de distintos capítulos. Uno de ellos es el que da pie a esta exposición; una aproximación a la Fábrica Hilados y Textiles Bellavista, en Nayarit, fundada en 1841. Sucedió que hacia 1900, en manos de la Casa Aguirre, Bellavista contaba con 350 trabajadores, entre hombres, mujeres y niñes, que trabajaban de las 5 de la mañana a las 7 de la tarde, en ocasiones hasta la media noche con una paga ínfima.
“En esa época, Bellavista sufrió no solo la permanente explotación, sino que en 1893 vivió años de terror y profunda represión. El director Arturo Ecroyd implantó un régimen de terror encarcelando e incluso matando a algunos trabajadores, con la aceptación de los propietarios. En ese marco de explotación surgieron las primeras rebeldías; en 1894 y 1896 grupos de obreras realizaron paros de labores para manifestar su inconformidad.”*
El paro laboral duró solo tres días, pero en 1905 se declara la primera huelga formal, la cual sirvió de precedente para el movimiento armado que se organizó en todo el país en contra del presidente Porfirio Díaz. Entre el grupo de mujeres que originaron el levantamiento obrero se encuentran Francisca y Maclovia Quintero, Victoriana Arroyo, Adelina y Mariana Castañeda. Sobre ellas hay muy poco escrito.
El Velo y La Tierra ha tomado su nombre de la relación entre el trabajo textil -artesanal, producido a partir de las dimensiones corporales- y el territorio. En este caso el de la costa de Nayarit, la orilla de un mar que dio pie al intercambio cultural a través de la Nao de China, que trajo consigo el mantón de manila y otros textiles, contenedores de técnicas artesanales de tejido que al llegar a tierra fueron parte de un mestizaje de saberes y experiencias culturales. La territorialidad en este entorno marino se conforma por el devenir industrial que condujo el mar, al acercar al galeón a estas costas. El arribo de la máquina modificó la vida de hombres, mujeres y niños.
Florencia Guillén desempolva de entre la neblina mental colectiva los fragmentos de esta parte de la historia para ahondar en las repercusiones ambientales acaecidas por la industria en territorios protagonizados por cuerpos de
agua. Lo hace a través del tejido y la costura no solo técnicos, sino metafóricos, para escribir con ello otro relato sobre el quebrantamiento de sistemas económicos como el colonial y el industrial.
Pensar en la orilla nos permite también imaginar su cruce. La obra de Florencia Guillén dibuja fronteras y líneas divisorias distintas entre saberes y comunidades, personas oprimidas y explotadoras que los encarnan. Bordea cuerpos que encierran experiencias vitales aún. El paisaje, los árboles que rodean la fábrica Buenavista en donde fueron colgados los trabajadores aún están ahí; la playa y esos caminos. Allí sucedió todo y esa energía está quizás aún en ese lugar. O quizás no, pero imaginar que los seres vivos y la biosfera en general guardan memoria como la guarda el cuerpo nos facilita hablar de nuevo. De otra forma. Incoherente. Extraña.
Florencia me dijo que estaba buscando un lenguaje que le hiciera posible penetrar en estos datos. Los llamó pequeños. Quizás lo son porque hay un infierno de historias de abuso y violencia en la corta vida de nuestras civilizaciones. Aún se reproducen, de una manera terrorífica. Creo que busca romperlos en gajos para entregarnos cristales que corten. Pensamos juntas como podría pasar que el filo no se perdiera en el medio de una exposición a partir de una dinámica colectiva de arte contemporáneo. Estamos dudando. Pero aún así sostenemos con las manos y los dedos las pequeñas informaciones de Nayarit para decir que frases como “Perdió el tren” encierran relatos de vidas, que quizás a nadie le importan. Pero hay muchísima gente pensando en ello. Tú ahora. La investigadora María Teresa Fernández Aceves que ha recogido la voz de María Arcelia Diaz, que a su vez tomó la voz de las quejosas de los paros laborales gracias a que aprendió a leer y escribir en la fábrica de textil.
Estas formas suaves buscan inducir el pensamiento. Llevarnos a un sitio. A la irritación de la cuerda en el cuello. La lengua morada vista a la distancia junto a esa palmera. El sonido de la máquina y de las olas. Estas formas suaves podrían no estar y podríamos no ir ahí. Pero son el pretexto para nombrar cuerpos y escribir los nombres de estas mujeres que inducidas a su vez por los medios, las ideas de los Flores Magón y la crisis entre el cambio de siglos XIX y XX, se levantaron para luego ser borradas. Son formas afectivas, quizás, porque también las personas que han escrito para este proyecto, directa e indirectamente se han proyectado sobre esta historia.
Los objetos del arte son conflictivos hoy, cuando somos testigos de formas atroces de violencia. Al menos podemos reunirnos alrededor de ellos y habitar junto a las artistas los espacios del arte que nos hacen sentir que nuestra miseria no es solo nuestra, sino colectiva, histórica, y que otros mundos son posibles. Que la producción de conocimiento es resguardar la esperanza de futuro y la producción de luz**.
Lorena Peña Brito. Enero de 2023
* https://mediateca.inah.gob.mx/repositorio/islandora/object/guia:244 . Publicación sobre Fábrica de Hilados y Tejidos Bellavista. INAH 1993. **Tomado de ”Oceans have opinions” Chus Martínez & Markus Reymann. Voices (Towards Other Institutions) #18