Minima acción

Jay Vélez

Desde el año 2015 Jay Vélez (Ciudad de México, 1985) se ha entregado a la búsqueda de correlaciones entre las formasdel arte contemporáneo y la física, produciendo puntos de conexión donde se efectúan intercambios entre la potencia visual e intrínseca de la materia, los intersticios espaciales y las tensiones escultóricas.
En el núcleo de su producción artística, cautivado por la ciencia y a partir de la interrogación plástica y poética del principio de incertidumbre, establece una especial atención sobre cómo se configura y produce la existencia desde un nivel atómico y subatómico hasta la vastedad del universo infinito que en nosotros toma conciencia de sí mismo.
A modo de analogía, en el entramado de posibilidades de que las cosas y los fenómenos del mundo sean, existan y discurran, Vélez encuentra la pleamar en el deseo de experimentar, al ensamblar objetos domésticos e industriales: pelotas de ping pong, bolas de billar, flechas y materiales como fibra de vidrio, plástico y acrílico, expandiendo así las relaciones y complejidades entre objeto y espacio escultórico. Indagando en la potencialidad de que algo llegue a materializarse. Los títulos de sus obras cobijan al mismo tiempo que confrontan de manera sensible la condición frígida de la materia. Dentro del espacio de la galería, se extiende la posibilidad de lo performativo donde se reformula la distancia de un trayecto fluido y procesual en el que subsisten experiencias inmediatas sobre el binomio espacio-tiempo. La consecuencia será el vestigio y las huellas de un tiempo mínimo y la trayectoria de un movimiento. La obra se expande y continúa, en tanto el observador se involucre al marcar su trayecto. Así pues, las obras «no son un ser, sino un devenir.»
Según la mínima acción «de todos los caminos posibles para ir de un punto a otro se seguirá aquel que requiera el tiempo mínimo,» en el trayecto formulado por Vélez se produce una dialéctica que explora la posibilidad y el confín: ser un grano de arena, un fragmento estelar y un punto a la vez.

Marco Valtierra