Andajes lentos
Luis Figueroa, Juan Manuel Salas, Ismael Sentíes & Leonora Serra
Ante la pintura el mundo es inagotable; ella guarda una vitalidad latente que la mantiene vibrando a pesar de cualquier código interpretativo: se expande, se contrae, se fuga, se hunde… pero siempre se encuentra. La pintura, me parece, es en primer lugar un encuentro, un momento de reunión entre el mundo y sus fantasmas, un portal a un tiempo constelado de tiempos cuyo núcleo se desdobla en cada presencia. Y pintar es entonces un naufragio provocado. Hay fuerzas que exceden la lógica consciente y el trabajo es domarlas sin constreñirlas, dejarse ir sin caerse: naufragar con rumbo. Me atreveré a decir que el principio que sostiene a la pintura en su cause de constancia y multiplicación, pues, es la voluntad. Pintar es un com- promiso con la voluntad, y la voluntad la fuerza de las fuerzas, la reunión de los polos, la interacción plena entre lo dicho y lo no dicho, el emplazamiento que sostiene frente al mundo un sí mismx que se abre a él. La voluntad, así, es un modo colec- tivo de resolver el presente de la vida desde lo singular. Y entonces quizá el carácter político más latente en la práctica pictórica tiene que ver con modular los tiempos de gestación de los afectos, de los deseos, de las obsesiones, de las ideas y así renovar los vínculos que anudan la disposición a encontrar-se. En la soledad de quien pinta se nutre el compromiso con lo singular como potencia constitutiva del mundo.
En otro momento aparece lx espectadorx, de frente, y en ellx se desdoblan los ritmos que conjura la pintura. El carácter “lento” de la pintura no está en su factura como en los lazos que tiende a otrxs. De algún modo, la pintura es siempre otrx, y los tiempos de sus tiempos son el alcance a otros tiempos que así se desdoblarán en una historia fantasmagórica de la colectividad, de la pintura antes del Arte. Lenta es la cadencia de su propia historicidad, amalgama de las voluntades pictóri- cas. Ya el arte llegará después…
En este sentido, queremos extender la pintura como un lugar para renovar nuestros enlaces con otras voluntades. En esta exposición se presenta el trabajo reciente de cuatro pintorxs cuyas preguntas por la pintura se han tornado solas las pregun- tas por sus emociones, por sus ideas, por sus deseos, por sus incertidumbres… han habitado los problemas de la pintura como los suyos propios. En la interacción de sus pinceladas, las formas y los colores que hacen vibrar anuncian un potencial ya no de significar sino de preguntar-se “hacia dónde”. En el trabajo de lxs cuatro el ejercicio es hacer de la pintura el espacio para conjurar la voluntad: como si la pintura fuera una religión sin dios. Hagamos de sus pinturas pasajes hacia sus andares y cabalguemos colectivamente nuestro ritmo lento. Andajes lentos.
Manuel Senties