Rupturas

Karian Amaya

El mundo está compuesto por fragmentos. Objetos inconexos lo habitan. Al encontrarlos, intentamos darles orden. Imponer sobre el caos una armonía ilusoria. Sin embargo, el fragmento persiste. No existe sistema que pueda dominarlo. No hay totalidad. Es lo roto, el fragmento y el accidente lo que existe.

Así surge la muestra: los fragmentos de mármol que la componen fueron encontrados y rescatados, pues estaban destinados a convertirse en desecho. Sobrantes que quedaron al cortar la piedra en una medida precisa, para formar el piso de una casa. Merma que no sirve para nada. Piedras que al transportarlas, por accidente, terminaron hechas pedazos. Todo este residuo aquí habita un mismo espacio y adquiere otro sentido. El desecho y su aparente inutilidad les permite ser otra cosa: se revela su narrativa intrínseca, pero también nuevos significados que permiten desarrollar una poética sobre el territorio. Se entrelaza la imperfección y la impermanencia sobre la aceptación de los ciclos naturales y la decadencia inherente a la vida, tratando de encontrar la belleza dentro de lo imperfecto, defectuoso o inacabado.

El mármol, dispuesto en un aparente desorden, como un rompecabezas imposible de armar, da testimonio de la historia de la Tierra. Su violenta y paciente formación, en contacto con diversos agentes de la naturaleza durante miles de años: un volcán activo, el agua del océano, el aire que las acaricia. Después el humano hace su aparición y las transforma: una mesa, una tumba, un monumento. Y, finalmente, como aquí, su fractura y destrucción. En el mármol y el cobre habitan todos los tiempos posibles: pasado, presente y futuro inertes, petrificados, brillantes.

Así, las piezas son una metáfora geológica de lo imperfecto. Se muestran en total confusión, fragmentadas por un acto violento que las trasciende. No buscan la forma perfecta y la medida exacta, sino todo lo contrario. El relato del mármol y el cobre presentado aquí apunta, como la existencia humana y las relaciones emocionales, a la inevitable ruptura.