Colección miscelánea de deseos, popurrí de afecciones

Napoleón Aguilera texto de Manuel Sentíes

“El encanto existe cuando las cosas son en sí mismas y no sus usos”

Anne Boyer, Desmorir

Cuando una cosa es desprovista deliberadamente de su sentido de utilidad nos aparece desnuda y podemos reconocerla como un motivo de deseos y afecciones, mismos que enseguida descubrimos no solo que terminan por exceder, sino por modelar las lógicas aparentemente objetivas que promete la utilidad, y así nos revelan otras condiciones de su existencia: la de nuestros deseos y su distribución. Pues una cosa en sí misma es solo la condensación de un complejo anterior a ella.

Napoleón reúne una variedad de misceláneas referencias procedentes de algunas tendencias de moda en el calzado y crea con ellas una serie de objetos que se deslindan de -o anticipan, quizá- su sentido de utilidad. Aprovecha la sobrecarga de elementos que caracteriza a estas tendencias de la moda y la extrema al punto de elaborar un completo absurdo, poniendo así en entredicho el proyecto técnico-utilitario de los objetos y presentándolos como lo que también son pero solemos ocluir: vehículos de nuestros deseos y afecciones y de algún modo un tanto oscuro, agentes activos de nuestra sociabilidad: condensadores de imaginarios, distribuidores de significados y huéspedes de identidades… objetos coleccionables.

Así representados, estos objetos dan cuenta igualmente de las dinámicas de distribución tan dispersas -en tantos sentidos- que padecen sus elementos y de los regímenes de integración de los que resultan parte. Napoleón no pretende aquí hacer una arqueología de estos objetos ni desarrollar una relación genealógica entre sus elementos, lo que busca extraer de esta situación es un encanto de la cosa en sí misma, que resulta de la actualización incoherente pero operante de todos estos elementos en una presencia peculiar, cuya formación no tiene respuestas lineales o lógicas. Digamos que cada objeto es en sí mismo una colección, a manera de popurrí, que comporta un modo de integración que si sabemos ver, cobrará encanto. Pues desentrañar el encanto de cada objeto no solo es verlo más allá o más acá de su utilidad sino verlo en su plena actualidad, como potencial vinculante, y un buen guiño al humor.

Manuel Sentíes