El ideal variable del patrimonio

Bruno Viruete

Ya sea como reliquia secularizada o tienda de novedades, Bruno Viruete propone desfragmentar el edificio que ya fuera casa de la misericordia, hospicio, cuartel, museo, instituto cultural y escuela de artes, para cuestionar los monumentos y cómo es que sus habitantes se relacionan y significan en él.
Las estrategias críticas que Viruete propone para pensar dichos conceptos, vienen desde dentro de la misma institución, en particular, la tienda de museo. En este establecimiento, producto de la cultura del turista y el suvenir, se pone en tensión la labor misma del museo y su relación con el capital. ¿Se compra en la tienda de los museos un objeto que encarna la experi- encia y el deseo de haber estado en el lugar? ¿No es, el museo en sí, la tienda de museo del mundo?, ¿la infructuosa empre- sa de materializar y delimitar la experiencia del tiempo?

El artista nos ofrece, a través de la reproducción, la maqueta y la ficción, un fragmento de patrimonio, para hacer efectiva la noción de “de la humanidad” y que unos tantos puedan poseer el sentir estético e histórico entre sus manos y bajo sus pies. Cabe señalar que los precios de los objetos se ajustan al bolsillo del interesado en la preservación del patrimonio.
Viruete procede como el restaurador o el arqueólogo, quien, por medio de calas, identifica los estratos de significado que envuelven al edificio, donde mural, cantera y placa conmemorativa de la Cumbre de Líderes de América del Norte, aparecen como estrategias de solidificación del concepto de patrimonio.

Porque si algo aparece en las piezas que se reúnen en esta exposición, es el desmembramiento, la movilidad y la circulación de los elementos que conforman el edificio, evidenciando que su arquitectura no solo reside en el entramado de arcos, bóve- das y pilares, sino también en los tantos usos, tránsitos y habitares.
La práctica de Bruno Viruete ha vuelto de manera insistente a este lugar, porque desestabilizar la estructura, ha hecho que salgan a la superficie las tantas grietas ocultas por el resane de la superficie. ¿Será que los tráileres con la cúpula van o vienen?

Cuando José Clemente Orozco pintó los murales de la capilla, atravesó las paredes del edificio para mostrar una historia que nos sumía en un redundante relato de muerte y derrotas, pero el enlucido fraguó y mañana va el gobernador a grabar un spot para su próximo Informe de Gobierno. Creo que los tráileres vienen de regreso.

Raúl Rueda